martes, 21 de mayo de 2013

Historia de una adiccion. Alejandro Encinas Alcaraz


Alejandro Encinas Alcaraz.2º A-3


Historia de una adición.




Ahora puedo decir realmente que me llamo Pablo”






Es curioso que un relato de vida comience de esta manera, con esa frase en la cual la persona, ya rehabilitada, puede decir que vuelve a ser el de antes, que vuelve a ser Pablo. Realmente al leer su caso te das cuenta de hasta qué punto puede llegar a desestructurar una vida una adicción. La palabra enfermedad le suena muy dura, ellos no son enfermos ni nada parecido se dicen al principio: “yo no estoy en enfermo porque puedo dejarlo cuando quiera, yo lo controlo”. Creo también, que el reconocer el problema que tiene es el paso más importante que debe dar la persona adicta para salir del pozo donde está, ya que si ella no es consciente de su problema poco, muy poco se podrá hacer en su caso.

En mi opinión, si no puedes continuar tu vida cotidiana sin algo en particular, entonces eres adicto a eso.

A continuación pongo literalmente el relato de Pablo.


Un día del año 2005 decidí poner fin a tanto sufrimiento, no sabía que pasaba pero si sentía que cada día que pasaba me moría un poco más. Me sentía esclavo de mi propia persona, era como estar en una cárcel sin barrotes.
Había oído que lo que me sucedía era una enfermedad. Negaba una evidencia tan clara, me auto engañaba, mentía, manipulaba, robaba y un largo etc., el final era, consumir drogas.
Perdí mi dignidad, autoestima, amigos, trabajo pero principalmente me perdí a mi mismo. Lo único que me quedó fue mi familia y mucho dolor. En el quinto intento de suicidio mi familia tomó las riendas de mi vida. De esa época tengo muchas lagunas mentales de las cuales no se qué es lo que pasó, emocional y físicamente estaba destrozado.
Fue entonces cuando conocí la manera de salir de ese infierno acompañado del apoyo de mi familia.
Empecé un tratamiento del que no entendía nada, donde me decían que mi vida anterior no me serviría para nada y que debía construir nuevamente esa personalidad tan perdida. Durante muchísimo tiempo me rodee de personas con mi misma enfermedad, me sentía bien, tranquilo, y algo que fue muy importante para mí, comprendido, porque vi que eran como yo. Pude comprobar que no era tan mala persona, que simplemente estaba y sigo estando enfermo.
Me sorprendía ver que mis terapeutas eran adictos rehabilitados que vivían una vida normalizada y sobre todo que no consumían drogas. En los momentos bajos el verlos ahí me hacía seguir hacia adelante.
Tuve miedos, inseguridades y me sentía como un niño pequeño, pero seguía sin consumir.
Han pasado muchos años de estas primeras experiencias, mi vida actual está totalmente enfocada a ayudar a personas que como yo todavía sufren. Soy feliz, tengo mi dignidad y sobre todo sigo sin consumir drogas.

Agradecer de por vida a mi padre, madre, hermanos, cuñada y sobrinos el apoyo que siempre tuve y tengo de ellos. Pablo.

“Yo quiero, yo puedo.”

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