Reflexión personal. Sara
Bustamante.
A cerca de las exposiciones
realizadas en clase sobre el consumo de alcohol en la adolescencia, he podido
descubrir que es una etapa en donde el joven sale de la infancia y atraviesa
una situación de encontrarse consigo
mismo, toma decisiones que pueden perjudicar o no su futuro, pero esas
decisiones muchas veces se pueden ver influenciadas por ser aceptados en un
grupo, por la curiosidad de probar el alcohol o tabaco, o seguir patrones
culturales que desde su infancia les han sido impuestos como algo “normal”.
La adolescencia es una etapa
donde el niño-joven está cuestionándose muchas cosas, y como se sabe está en
busca del “yo”; es una etapa donde la persona es vulnerable y puede acceder a
varios tipos de “ocio” que la sociedad, pero sobre todo su contexto, les ofrece.
Como se sabe una persona
puede ser adicta no importando la edad, pero en la adolescencia es donde el
individuo se muestra más vulnerable ya que está en busca de su “independencia” pero
de ámbito más emocional, aquí es en donde la familia juega un papel importante
usando sus herramientas para poder responder a las cuestiones no sólo de
comportamientos que el adolecente pueda presentar sino también a cerca de sus pensamientos.
Tanto el tabaco como el
alcohol, al parecer, son las sustancias aceptadas por las sociedades como medio
de diversión, relajación y ocio. Teniendo esto en cuenta me realizo la
siguiente pregunta: ¿podremos cambiar la visión sobre el consumo de alcohol y
tabaco como medio de diversión? ¿Somos consientes en realidad sobre las
consecuencias que este consumo pueda tener, no sólo en nuestras vidas sino en
nuestras futuras generaciones?
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